
Ilustración: Efes
En esta gélida tarde
henchida de ausencias,
dudas y silencios,
trato de borrar
de mi frágil memoria
las cosas que sufrí de lejos,
aquello que me hirió de cerca.
En estas horas
sin medida ni distancia,
lo que no logro es olvidarme
de tu cuerpo vestido
de luna blanca,
de tu pelo teñido
de noche oscura.
En estos minutos perdidos
en la inmensidad del tiempo,
no puedo vaciar de mi alma
tus pupilas vertiendo
océanos de estrellas,
tu boca empuñando
rosas de rojo ardiente.
En estos segundos
que me hierven por dentro,
no consigo extraer
de lo más hondo de mis entrañas
la sedosa dulzura
de tu mirada insondable,
el eco de tus palabras
susurrándome al oído.
En estos instantes
que no empiezan ni terminan,
en el aliento de mi memoria
solo me queda el resplandor
de tu pecho ceñido al mío,
el suave tacto de tus manos
prendidas en las mías.
A Isabel, imborrable en mi corazón y en mi mente
👍👍👍 buenos versos
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Un verdadero placer el saber que te ha gustado este poema. Y, sobre todo, mil gracias por haberlo leído
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