
Cómo duele,
segundo insensato,
la inoportuna cadencia
del tiempo pasado.
Ella es un grito
de fuego ardiendo.
En cambio a mí
me invade el silencio.
Ella es la reina
del universo;
yo apenas si domino
mis sentimientos.
Cómo duele,
noche helada,
la ciega oscuridad
que cuelga del cielo.
Ella es un argumento,
una leyenda rosa;
yo no llego a palabra
ni tan siquiera a verso.
Ella tiene un mar en su pecho
y en sus manos el firmamento.
En cambio yo, no sé cómo es la vida
que me tiembla por dentro.
Cómo duele,
amada mía,
la triste mirada
que tus ojos me envían.
Ella es una espiga
preñada de sol;
yo apenas un desierto
sediento de besos.
Ella funde
estrellas en sus labios,
mientras yo temo
el arrebato del fuego.
Cómo duele,
sueño lejano,
sentirse morir
enredado en tus brazos.
Ella peina
una mañana en sus cabellos.
Mis ojos se nublan
de tinieblas sufriendo.
Ella es una amapola
volando en el viento;
yo una espina
hendida en la tierra.
Cómo duele,
imposible libertad,
sentirte llorar
cada aurora temprana.
Ella es un espejo
en una laguna apasionada.
Yo una pasión
reflejándose en su mirada.
A ella le sobra la vida.
A mí me falta la muerte.
Incluido en mi poemario Del amor y otras locuras (Seleer, 2021), página 37
Reblogueó esto en Palabra de escritor.
Me gustaMe gusta