«No sé…», de Peter Punk

No sé… 
Estoy confuso.
¿Es de día o es noche cerrada?
Hordas de soldados de la muerte,
capitaneadas por la princesa de la guerra,
van decapitando almas,
van sembrando terror.
Seres humanos cual conejillos asustados
se cobijan en sus madrigueras,
aterrados por el estruendo de las bombas
que alumbran la noche tétrica, la noche gélida.
Nos están robando nuestras vidas,
nos están torturando
en un purgatorio permanente y atroz.
Mesías enloquecidos por el odio
anuncian el fin de los días,
ofrecen cobijo a los pobres ignorantes
—«¡con mi dios vivirás en un mundo mejor!»—.
Cobran por ello con sangre y dignidad.
Lo humano ya no es humano,
la tierra nos grita su agonía,
pero el mundo la ignora,
la aniquila lentamente.
Pero todos los días sale el sol
y un rayo de esperanza se cobija en nuestros corazones,
aunque de manera efímera, débil, fugaz…
No existe consuelo para este corazón herido,
este corazón que sangra con cada injusticia
vertiendo en su camino ríos teñidos de sangre.
Me pregunto con insistencia:
¿por qué somos tan viles,
tan ambiciosos sin medida, tan crueles?
Solo el amor puede salvarnos,
una suave caricia,
un tierno beso,
un abrazo tembloroso...
Debemos refugiarnos en lo esencial,
en nuestros seres queridos,
en la balada de una radiante mañana,
en la orgia de la tempestad,
en el apacible silencio.
Tenemos que seguir sintiendo,
seguir amando,
seguir viviendo…

Del poeta en la sombra Peter Punk, que ha tenido a bien volver enviar otro ramillete de versos.

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