«Sensaciones», de Nicanor Parra

I. ENSUEÑO
Los ojos rebosan de plumas cansadas
y yo voy dilatándome
cual la niebla olorosa se dilata en la sombra.
Los caminos se están diluyendo en los parques
y una acequia está quieta.
Yo no sé si es que parto o que llego
si es que hablo o que callo.
En las puertas distantes y opacas
los amigos de antaño
se están envolviendo en la tenue penumbra
de las plumas que llueven.
Hay paisajes de bronce en los charcos
y en los acantilados
suenan rondas de niños de palo
y de niñas de mármol.
Caminando por las avenidas y llanos
yo dejé mis recuerdos guardados
en los charcos de bronce.
Me quedé con la risa brincando
en la lágrima helada
mientras cruzan la tenue penumbra
los amigos de antaño.
Entretanto le busco el manubrio
a mi bicicleta
que da volteretas de cien pejerreyes
sobre un cometa torcido.
He llegado cargado de plumas risueñas
al portón de mi casa.
Y no sé si volver o quedarme
si quedarme o seguir.
Yo me siento bajo un eucaliptus
mientras pasa a mi lado
equilibrando un remolino en la cabeza
una gallina de cristal.
Mi madre me trae en tres ampolletas de plumas
un puñado de pepas menudas.
Yo me vuelvo hacia atrás.

Nicanor Parra (San Fabián de Alico, Ñuble [Chile], 5-9-1914 – La Reina, Santiago [Chile], 23-1-2018)

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