«No sé…», de Peter Punk

No sé… 
Estoy confuso.
¿Es de día o es noche cerrada?
Hordas de soldados de la muerte,
capitaneadas por la princesa de la guerra,
van decapitando almas,
van sembrando terror.
Seres humanos cual conejillos asustados
se cobijan en sus madrigueras,
aterrados por el estruendo de las bombas
que alumbran la noche tétrica, la noche gélida.
Nos están robando nuestras vidas,
nos están torturando
en un purgatorio permanente y atroz.
Mesías enloquecidos por el odio
anuncian el fin de los días,
ofrecen cobijo a los pobres ignorantes
—«¡con mi dios vivirás en un mundo mejor!»—.
Cobran por ello con sangre y dignidad.
Lo humano ya no es humano,
la tierra nos grita su agonía,
pero el mundo la ignora,
la aniquila lentamente.
Pero todos los días sale el sol
y un rayo de esperanza se cobija en nuestros corazones,
aunque de manera efímera, débil, fugaz…
No existe consuelo para este corazón herido,
este corazón que sangra con cada injusticia
vertiendo en su camino ríos teñidos de sangre.
Me pregunto con insistencia:
¿por qué somos tan viles,
tan ambiciosos sin medida, tan crueles?
Solo el amor puede salvarnos,
una suave caricia,
un tierno beso,
un abrazo tembloroso...
Debemos refugiarnos en lo esencial,
en nuestros seres queridos,
en la balada de una radiante mañana,
en la orgia de la tempestad,
en el apacible silencio.
Tenemos que seguir sintiendo,
seguir amando,
seguir viviendo…

Del poeta en la sombra Peter Punk, que ha tenido a bien volver enviar otro ramillete de versos.

«Si tengo que morir, que sea un cuento», último poema de Refaat Alareer

Editor for book Gaza Writes Back
Si tengo que morir,
tú debes vivir
para contar mi historia,
vender mis cosas,
comprar un pedazo de tela
y unas cuerdas
(que sea blanca con una cola larga)
para que un niño, en algún lugar de Gaza,
mientras mira fijamente al cielo
esperando su padre, que se fue en un resplandor,
—y no se despidió de nadie,
ni siquiera de su carne,
ni de sí mismo—,
mire la cometa, mi cometa que tú hiciste,
volando alto
y crea por un instante que un ángel está allí
trayendo de regreso al amor.
Si tengo que morir,
que traiga esperanza,
que sea un cuento.

Último poema del poeta y activista palestino, Refaat Alareer (Shuja’iyya [Palestina], 23-9-1979 – Gaza [Palestina], 6-12-2023). Refaat fue asesinado en el bombardeo de la casa de su hermana en Gaza, en la que se había refugiado después ser avisado por la inteligencia israelí de que iba a ser matado

«Lágrimas de un pueblo herido», de Fatma Galia

Lágrimas, lágrimas,
lágrimas de un pueblo herido 
por caravanas de tanques y cañones 
que sembraron un bosque de bombas y muertes.
Gritos de senderos ensangrentados, 
mujeres aterradas y sin ayer,
mezquitas derrumbas por peregrinos sin piedad.
Lágrimas de un pueblo herido 
por pajares de fuego y balas de veneno.
Palomas mensajeras de paz que vuelan
sobre el desierto deprimidas y sin silbido
en duelo al mártir caído.
Llantos de niños huérfanos 
y madres viudas que perdieron al ser querido.
Lágrimas de un pueblo herido 
derramadas en tierras extrañas.
Almas inocentes sufridas por el destierro y la guerra del olvido.
Héroes, héroes invictos que sólo su voluntad 
y esperanza han sobrevivido.
Lágrimas, lágrimas,
lágrimas de un pueblo herido.


Fatma Galia M. Salem, periodista, escritora y poetisa saharaui. Una luchadora por la dignidad de las mujeres. Su lema: «Si un pueblo quiere existir no puede prescindir de las mujeres. ¡Juntas podemos!».

«Ha venido la primavera con su olor a Nicaragua», de Ernesto Cardenal

Ha venido la primavera con su olor a Nicaragua:
un olor a tierra recién llovida, y un olor a calor,
a flores, a raíces desenterradas, y a hojas mojadas
(y he oído el mugido de un ganado lejano…).
¿O es el olor del amor? Pero ese amor no es el tuyo.
Y amor a la patria fue el del dictador: el dictador
gordo, con su traje de sport y su sombrero tejano,
en el lujoso yate por los paisajes de tus sueños:
él fue el que amó la tierra y la robó y la poseyó.
Y en su tierra amada está ahora el dictador embalsamado
mientras que a ti el Amor te ha llevado al destierro.

Ernesto Cardenal (Granada [Nicaragua], 20-1-1920 – Managua [Nicaragua], 1-3-2020)

«A Diego Rivera», de Frida Kahlo

Frida Kahlo *gelatin silver print *Oct. 16 / 1932
Nada comparable a tus manos,
ni nada igual al oro-verde de tus ojos.
Mi cuerpo se llena de ti por días y días.

Eres el espejo de la noche.
La luz violeta del relámpago.
La humedad de la Tierra.
El hueco de tus axilas es mi refugio.

Toda mi alegría es sentir
brotar la vida de tu fuente-flor
que la mía guarda para llenar
todos los caminos de mis nervios que son los tuyos,
tus ojos, espadas verdes dentro de mi carne,
ondas entre nuestras manos.
Solo tú en el espacio lleno de sonidos.

En la sombra y en la luz;
tú te llamarás auxocromo, el que capta el color.
Yo cromóforo, la que da el color.

Tú eres todas las combinaciones de números. La vida.

Mi deseo es entender la línea, la forma, el movimiento.
Tú llenas y yo recibo.

Tu palabra recorre todo el espacio y llega
a mis células que son mis astros y va
a las tuyas que son mi luz.

Extracto de una de la cartas enviadas por Frida Kahlo a su marido y también pintor Diego Rivera

Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón (Coyoacán, Ciudad de México (6-7-1907 - 13-7-1954)

Hiba Kamal Abu Nada, último poema

La noche es oscura, 
excepto por el brillo de los misiles;
silenciosa,
excepto por el sonido del bombardeo;
aterradora,
excepto por la promesa tranquilizadora de la oración;
negra, excepto por la luz de los mártires.
Buenas noches.

Hiba Kamal Abu Nada (La Meca, 24-6-1991 – Jan Yunis, Franja de Gaza, 20-10-2023), poeta y novelista gazatí, murió durante el bombardeo israelí contra la ciudad de Jan Yunis, en Gaza. Este es el último poema que escribió, aunque, un día antes de su muerte, también dejó escrito: «Si morimos, sepan que estamos satisfechos y firmes, y digan al mundo, en nuestro nombre, que somos personas justas, del lado de la verdad». 

«Tonalidades de la ira», de Rafeef Ziadah

Rafeef Ziadah, activista y poeta palestina
Permíteme que hable en mi lengua árabe
antes de que también ocupen mi lengua!

¡Permíteme que hable en mi legua materna
antes de que también colonicen su memoria!

Soy una mujer árabe de color,
y venimos de todas las tonalidades de la ira.

Todo lo que mi abuelo quería era
despertarse al alba y ver a mi abuela rezar de rodillas,
en una aldea escondida entra Yaffa y Haifa.

Mi madre nació bajo un olivo,
en una tierra que, como dicen, ya no es mía.

Pero yo atravesaré sus barreras, sus puestos de control,
sus malditos muros de apartheid, y retornaré a mi patria.

Soy una mujer árabe de color
y venimos de todas las tonalidades de la ira.

Tú has oído ayer gritar a mi hermana
al dar a luz en uno de sus puestos de control,
con soldados israelíes buscando entre sus piernas
a su próxima amenaza demográfica,
su hijita llamada Yanín.

Tú has oído gritar a Amni Mona
tras los barrotes de su prisión mientras gaseaban su celda:
«Estamos volviendo a Palestina!».

Soy una mujer árabe de color
y venimos de todas las tonalidades de la ira.

Pero tú me dices que este útero que hay en mi interior
sólo te traerá tu próximo terrorista,
usando barba y blandiendo una pistola,
con turbante y negro como la arena.

Tú me dices que mando a mis hijos a morir,
Pero son vuestros helicópteros y F-16 los que están en nuestro cielo.

¡Vamos a hablar sobre el asunto del terrorismo un segundo!

¿No fue la CIA la que mató a Allende y Lumumba
y quien primero adiestró a Osama?

No fueron mis abuelos
quienes corrían como payasos,
con capas y capuchas blancas en la cabeza
linchando a los negros.

Soy una mujer árabe de color
y venimos de todas las tonalidades de la ira.

“¿Quién es esa mujer morena gritando en la manifestación?”.
¡Perdón! ¿Es que yo no debería gritar?

He olvidado ser tú siempre orientalista sueño, genio en una botella,
bailarina del vientre, joven de harén, mujer árabe de voz suave
que dice: Sí, señor, no señor.

¡Gracias por los sándwiches de manteca de cacahuete
que deja caer sobre nosotros tu dueño de los F-16!

Sí, mis libertadores están aquí para matar a mis hijos,
y llamarles «daños colaterales»

Soy una mujer árabe de color
y venimos de todas las tonalidades de la ira.

¡Así que déjame decirte que este útero que hay en mi interior
sólo nos traerá un próximo rebelde!

Tendrá una piedra en una mano y una bandera palestina en la otra.

Soy una mujer árabe de color.
¡Cuidado, cuidado con mi ira!

Rafeef Ziadah (Beirut, Líbano, 1979), periodista, poeta y activista de los Derechos Humanos de ascendencia palestina, escribió este poema durante el bombardeo a Gaza en diciembre de 2008.

«Sensaciones», de Nicanor Parra

I. ENSUEÑO
Los ojos rebosan de plumas cansadas
y yo voy dilatándome
cual la niebla olorosa se dilata en la sombra.
Los caminos se están diluyendo en los parques
y una acequia está quieta.
Yo no sé si es que parto o que llego
si es que hablo o que callo.
En las puertas distantes y opacas
los amigos de antaño
se están envolviendo en la tenue penumbra
de las plumas que llueven.
Hay paisajes de bronce en los charcos
y en los acantilados
suenan rondas de niños de palo
y de niñas de mármol.
Caminando por las avenidas y llanos
yo dejé mis recuerdos guardados
en los charcos de bronce.
Me quedé con la risa brincando
en la lágrima helada
mientras cruzan la tenue penumbra
los amigos de antaño.
Entretanto le busco el manubrio
a mi bicicleta
que da volteretas de cien pejerreyes
sobre un cometa torcido.
He llegado cargado de plumas risueñas
al portón de mi casa.
Y no sé si volver o quedarme
si quedarme o seguir.
Yo me siento bajo un eucaliptus
mientras pasa a mi lado
equilibrando un remolino en la cabeza
una gallina de cristal.
Mi madre me trae en tres ampolletas de plumas
un puñado de pepas menudas.
Yo me vuelvo hacia atrás.

Nicanor Parra (San Fabián de Alico, Ñuble [Chile], 5-9-1914 – La Reina, Santiago [Chile], 23-1-2018)

«Malva y rosa», de Concha Méndez

A Guillermo de Torre

De este sueño malva y rosa
que sueña el agua del río,
se van rosando en la tarde
las velas de mi navío.

De las lejanías vengo.
Cruzo frente al espigón.
Una canción marinera
se rosa en mi corazón...

Atardecer. En el Plata.
Sueño, frente a la ciudad.
Izadas llevo las velas,
velas de mi soledad...

Y se me van con el día
—no sé adónde se me irán—
las luces de mi alegría.

Cocha Méndez (Madrid, 27-7-1898 – Ciudad de México, 7-12-1986), escritora, poeta, dramaturga y guionista

«Dama de la guadaña», de Peter Punk

Todavía no es mi hora.
Quedan episodios en mi libro por vivir.
Queda mucho Amor que compartir.
Quedan cuidados que dar y recibir.
Queda mucho por descubrir.
Pero, cuando llegue mi hora, te pido, dama de la guadaña:
no avises, no me prepares para una partida triste
Déjame, dama de la guadaña, que me vaya sin rodeos, sin sufrimiento
Consciente de que es ahora, de que no hay prórroga.
Déjame irme feliz de haber vivido,
de haber sentido, de haber amado.
No quiero preliminares; quiero inmediatez.
Quiero irme riendo, satisfecho,
agradecido de todo lo que mi existencia me ha brindado,
de los seres que he conocido, que he amado.
No quiero tristeza por mi partida,
solo significa fin de este juego macabro llamado vida.
Quiero música, alegría, alboroto.
No quiero iglesias, no quiero cementerios.
Mis restos tienen que surcar los mares como velero sin rumbo fijo.
Hasta la vista, dama de la guadaña.
Recuerda mis deseos y cúmplelos como si fueras el genio de la lámpara,
el genio de la muerte.
Adiós, dama de la guadaña.

Del poeta en la sombra Peter Punk, que ha tenido a bien volver enviar otro bonito ramillete de versos.